El pasado domingo, justo antes de las 23:00, vimos en el Louis II a unos campeones de liga frustrados al término de 90 minutos de dominio que no tuvieron recompensa en el casillero. Después de ese episodio en el Principado, Laurent Blanc había insistido, especialmente ante los medios de comunicación: el objetivo era recuperar lo antes posible la eficacia que suele ser la principal virtud de su equipo.
3 minutos y 30 segundos, reloj en mano: fue el tiempo que necesitó David Luiz para recuperarse por dos veces y batir a Stekelenburg de un potente remate de cabeza (1-0, 4’). Un comienzo imparable que apuntaba a una noche casi perfecta desde el punto de vista colectivo.
Desde el juego ejemplar del capitán Thiago Silva hasta Pastore, pasando por el rendimiento de Verratti. A todas luces, este colectivo sabe estar a la altura en las grandes citas.
Y cuando hay eficacia, todo resulta siempre más fácil. Al igual que ocurrió frente al Burdeos y el Nantes, Cavani vio puerta en una competición que se le da muy bien (2-0, 52’). Sin olvidar, siendo un poco sibaritas, que, como había ocurrido el domingo pasado en tierras monegascas, el resultado pudo haber sido aún más amargo para el Mónaco, sometido a una presión constante.
Lo importante de verdad es que el París Saint-Germain está otra vez en las semifinales de este torneo. Y fijándonos de nuevo en el fútbol desplegado este miércoles, es legítimo soñar en este inicio de la recta final de temporada.
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